El cambio de criterio

El pasado 16 de octubre, la Sección Segunda de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Supremo, que es precisamente la encargada (por estar especializada) en resolver los asuntos de Derecho Tributario, cambió el criterio mantenido hasta entonces sobre el pago del Impuesto de Actos Jurídicos Documentados en las escrituras hipotecarias. Debería ser el banco, y no el cliente, quien pagase a partir de ahora el impuesto. Se modificó el reglamento anulando la expresión que se lo atribuía al prestatario (cliente) y se zanjó el debate.
La noticia fue muy sonada por resolver una controversia que tiene atascados nuestros tribunales y causó estragos en el IBEX, provocando la caída en bolsa de las entidades bancarias.
Al día siguiente el presidente de la Sala, D. Luis María Díez-Picazo decidió convocar al Pleno de la Sala para deliberar sobre la confirmación del cambio de criterio jurisprudencial.
Este prestigioso jurista, cuyos manuales de Derecho Civil nos hemos empollado todos los alumnos de Derecho a lo largo de la carrera, atribuyó la decisión a la “enorme repercusión económica y social”.
La convocatoria del pleno, de por sí, fue muy polémica puesto que se trató de una reacción completamente anómala en nuestra historia. El objetivo era examinar un caso similar, y de paso, revisar el criterio, pero esta vez entre los 31 magistrados de la Sala (aunque no estén especializados en materia de impuestos).
Pues el final de esta tragicomedia tuvo lugar ayer, día 6 de noviembre, 21 días después del cambio de criterio que tan mal ha sentado en algunos sectores. En la deliberación se ausentaron tres de los magistrados y los bancos ganaron por una decisión de 15 a 13. El impuesto lo seguirán pagando los clientes.
Ni los bancos se lo esperaban. Esta mañana remontan animados en el IBEX y el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, reacciona anunciando que aprobará una medida por la que la banca tendrá que pagar este impuesto.
Sin embargo, hay tres cuestiones claras: una, los bancos no devolverán ni un euro de los impuestos pagados hasta ahora por los clientes; dos, la confianza en nuestro Poder Judicial baja todavía más; y tres, pese a las medidas que apruebe el Gobierno, los bancos nunca pierden y acabarán repercutiendo el impuesto en el cliente, en forma de intereses o comisiones.

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